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viernes, 23 de febrero de 2018

Política y Justicia, un diálogo necesario.

El diario HOY (23/02/2018), me publica un artículo acerca de la relación actual entre la política y la justicia.



Política y Justicia, un diálogo necesario.
Lorenzo J. Blanco Nieto.

Política y justicia. Lorenzo J. Blanco HOY
Hoy, 23 de febrero de 2018
En una reciente intervención del Secretario Regional del PSOE, Guillermo Fernández Vara, presentando la campaña Contamos Contigo, se refería al problema de las protestas ciudadanas contra el ruido señalando que pareciera que, en este caso, las sentencias judiciales estaban sustituyendo a las decisiones políticas y el diálogo público que debiera darse necesariamente.

Esta reflexión ocasional sobre un tema de actualidad me ha inducido a escribir estas líneas sobre el binomio Política/Justicia que ya venía incubando hacía algún tiempo. Esta relación entre dos pilares de nuestra sociedad está siendo en los últimos años al menos convulsa y, en cierto sentido, paradójica. Lo normal es que entre ambas haya siempre una tensión puesto que todas las decisiones son susceptibles de interpretación, pero lo malo es cuando una de ellas sustituye a la otra. De esta manera, coincido con la reflexión motivadora de este trabajo, que señalaba como fracaso de la política que la justicia obligara a tomar determinadas decisiones que las administraciones tendrían que haber tomado de manera clara y decidida con anterioridad, y de acuerdo a las obligaciones derivadas del cargo que sustentan.
Así, voy a referirme a la relación Política/Justicia con situaciones diferentes en los dos sentidos de esta relación. Y en esta situación están implicados, tantos los equipos de gobierno como los representantes de la oposición.
En primer lugar, me fijaré en la dirección Política - Justicia. En esta línea estarían las acusaciones reiteradas de los grupos políticos de la oposición, y a veces también de los gobiernos, que realizan denuncias, públicas y judiciales, atribuyendo a los responsables políticos fraudes, actos de prevaricación o cualquier otra figura delictiva, sin tener pruebas fehacientes y con el ánimo de desgastar al adversario. Lo hacen con la sapiencia de que si aciertan los equipos de gobiernos se resentirán y podrán tener mayor oportunidad para la alternancia gubernativa o, al menos, para librarse de un contrincante difícil. Y, por otra parte, desde la tranquilidad de que si no ganan no van a asumir ninguna responsabilidad por sus excesos. Es un proceso para derivar a la justicia lo que le correspondería a la política, que además es asimétrico y que, al menos a mí, no me gusta en absoluto. Creo que en política, y en la vida, hay que ser responsable y asumir las consecuencias de las acciones de cada uno, tanto si se gobierna como si se está en la oposición. Entiendo que esta situación, cada vez más frecuente, es una de las ideas manejadas por muchos ciudadanos para justificar su falta de credibilidad en los políticos actuales y, consecuentemente, alejarse o renunciar a la acción política de partido o institucional.
En los últimos tiempos está apareciendo un nuevo escenario en nuestra sociedad al sustituir la justicia el papel que le correspondería a la política, por la pasividad/incapacidad/negligencia de nuestros gobernantes en diferentes niveles de su acción de gobierno. Y como muestra de ello, tres botones.
El primero, que referiré brevemente, ha sido motivo de atención de los medios de comunicación, regionales y locales, en los últimos tiempos y haría referencia a las sentencias judiciales sobre materia de ruido y medio ambiente urbano. Las administraciones empiezan a considerar el asunto por las resoluciones de las mismas. Curiosamente, alguna administración local propone como novedoso aplicar una norma que la legislación le marca como obligatoria desde 1996.
La información sobre la segunda situación es tan abusiva en los medios de comunicación que ya resulta aburrida, y me refiero al problema de Cataluña. La incapacidad de los políticos y partidos catalanes y nacionales para proponer/desarrollar  una solución al conflicto es tan evidente que son los Tribunales de Justicia los que se encargan de mantener el estatus democrático ¡Qué lejos estamos de la capacidad de diálogo de los partidos y políticos alemanes! La justicia ha sustituido a la política y resulta tremendamente curioso que Cataluña lleve varios meses sin Gobierno, y la sociedad catalana pueda seguir desarrollándose, aunque al ralentí.
La tercera situación viene de lejos y también constituye un referente en los medios de comunicación. Me refiero a los procesos de corrupción económica que implican a partidos políticos y administraciones en diferentes niveles. El conocimiento de la corrupción económica que condicionaba determinadas decisiones era algo de sobra conocido en todos los ámbitos de la sociedad. Pero se había formado tal tinglado, con tantas variables ¿incontrolables? que les daba miedo a los políticos abordarla con decisión. Era obvio que el enredo les beneficiaba. También en este caso ha tenido que ser la justicia la que obligue a la toma de decisiones políticas, aunque algunos sigan haciéndose los remolones y mirando para otro lado para ver si son capaces de salir sin rasguños.
Es evidente, que la relación equilibrada entre política y justicia es completamente necesaria en una sociedad democrática. Pero ambas tienen su campo de actuación y en ningún caso una debe sustituir a la otra. Cuando eso sucede, como en la actualidad, lo que se está evidenciando es el fracaso de los políticos actuales, que no de la política. Como ciudadano que creo profundamente en la democracia y la participación política y social, no puedo más que revelarme contra esta situación y pedir generosidad y reflexión a nuestros representantes. O que den un paso al lado.

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