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sábado, 2 de enero de 2016

Pago de Donblasco y El Sueño de Facio dos vinos elaborados en Salvatierra por León Martínez de la Concha.

Está mañana he tenido el placer de tomar el café leyendo a mi amigo León Martínez de la Concha hablar de sus vinos. Y como me alegra su éxito me permito hacer esta entrada en la que recojo la noticia de HOY, a la que he añadido otras referencias que hablan de los buenos vino que elabora:
Pago de Donblasco y El Sueño de Facio.


Haciendo una búsqueda breve encontré estas referencias sobre el vino:


A continuación os dejo el texto del Diario HOY de 2 de Enero de 2015,
El vino de Feria. El tinto de este pueblo se sirve en Atrio y en la taberna Cachipé
J. R. Alonso de la Torre, HOY, 2 de Enero de 2015

En la misma semana, me sirvieron un vino de Feria en la taberna Cachipé de Jerez de los Caballeros y en el restaurante Atrio de Cáceres. Maravillado de que un vino del mismo pueblo, aunque de diferentes bodegas, supiera tan rico en su versión humilde y en su versión lujosa, me acerqué a Feria en busca de tal milagro y descubrí el pago de Don Blasco, un territorio de 330 hectáreas, que queda en el cruce de la carretera de Salvatierra a Zafra con la de Feria a Burguillos y, según el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, a finales del XVIII tenía 40 bodegas de vino y 500 fanegas de viñedo.
«En la Edad Media, estas tierras fueron repobladas por castellanos, que trajeron el cultivo que conocían: la vid. El sexmero o sesmero que repartía las fincas a los colonos se llamaba don Velasco y de la corrupción de aquel nombre ha quedado lo de Don Blasco», relata el bodeguero León Martínez de Azcona de la Concha, casado con Ana María Naharro Suero y residentes en Badajoz. León desciende de un carlista navarro que se exilió en Feria en el fragor político del siglo XIX.
«Durante la semana me dedico a la cardiología en el Infanta Cristina y de viernes a lunes, me dedico al vino», detalla este médico al que su hijo Jesús, ingeniero de Caminos trabajando en Sevilla, ayuda en su pasión vitivinícola. Junto a ellos, la enóloga Yolanda Hidalgo aportando la faceta técnica imprescindible.
De aquellas 40 bodegas del siglo XVIII, en el pago de Don Blasco solo queda la de León, que se llama «La Bodega del Boticario» porque fue su padre, Manuel, farmacéutico titular de Salvatierra, aunque natural de Feria, quien se hizo con estos terrenos, que comprenden la bodega y cuatro hectáreas de viñedo. Aunque en puridad no se trata de una bodega, sino de un oratorio de finales del siglo XVII restaurado con un respeto modélico y un gusto exquisito, destacando sus bóvedas mudéjares de ladrillo y las tinajas antiguas: tres son del siglo XVI (una lleva la cruz de la Orden de Alcántara y dos, la estrella de David), hechas en Salvatierra, y el resto, del XIX y del XX, de alfares de Burguillos y Los Santos.
En las cuatro hectáreas de viñedo, León ha plantado garnacha (50%), tinto aragonés (25%), mazuelo (15%) y petit verdot (10%). "Siempre había hecho pitarra con mi padre, pero hace ocho años empecé a hacerlo de manera romántica con la ayuda de Marcelino Díaz y Aniceto Mesías", cuenta León sus inicios guiado por grandes maestros. Tras unos años de prueba y perfeccionamiento, los Martínez de Azcona han depurado el proceso con la ayuda de Yolanda Hidalgo y en 2011 sacaron al mercado sus primeras botellas de vino. Aunque lo del mercado suena exagerado en una producción pequeña de alrededor de 11.000 botellas, que no es fácil encontrar salvo en alguna tienda especializada como "La bodega de Santa Marina" en Badajoz.
«Si es que no me puedo dedicar a la comercialización. Como no se lo recete a mis pacientes», ironiza este bodeguero cardiólogo, que en septiembre recoge la uva y la enfría durante 24-48 horas antes de pasarla a tanques de acero, donde fermenta a temperatura controlada. De allí, va a las tinajas centenarias de arcilla. Al año, salen 8.000 botellas con el nombre de 'Domblasco', un tinto monovarietal de garnacha que ha sido el único vino extremeño galardonado en la Challenge Internacional du Vin de París, donde ha logrado la medalla de plata.
Otra parte del vino, un coupage de las cuatro variedades de la finca, está seis meses en las tinajas de barro; pasa otros seis meses en barricas de roble francés y americano; luego, duerme dos años en 3.000 botellas y se comercializa con el nombre de Sueño de Facio en honor de Bonifacio, un trabajador de la finca que dormía donde ahora reposa el vino, pero que jamás soñó que aquel pitarra del boticario acabaría siendo un tinto de lujo: en la enoteca pacense, la botella de Domblasco 2013 cuesta 14.90 euros y la de Sueño de Facio 2011 sale a 16.75.


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